Una persona del siglo XXI está acostumbrada al cambio. Lo que parecía imposible hace unos siglos es ahora habitual y rutinario.
Los primeros intentos de crear criaturas humanoides se remontan al mundo antiguo. Así es como los científicos del antiguo Egipto, Babilonia, China, India, Grecia y Roma fabricaron por primera vez en la historia elementos móviles de las estatuas de culto de los dioses (manos, cabeza). Y los primeros dibujos que han llegado hasta nuestros días y que demuestran el proceso de creación de un mecanismo de este tipo pertenecen a Da Vinci. Fue él quien creó el robot caballero móvil.
El androide del alquimista Alberto Magno, que era un muñeco de mediana estatura, sorprende por su exactitud. Podía abrir y cerrar puertas, saludar a los invitados que se acercaban a su amo.
La siguiente etapa en la historia de los robots está asociada al rápido desarrollo de la mecánica y la relojería. Los relojeros crearon androides que desempeñaban diversas funciones, como músicos, oficinistas y artistas.
Uno de los artilugios mecánicos más famosos de la época fue el Flautista de Hamelín de Jacques Vauquanson. Era una figura de tamaño humano. Tenía dedos móviles, con los que interpretaba 11 melodías.
Friedrich von Knauss inventa la primera máquina de escribir automática. Era un diseño extremadamente complejo que resultaba muy estético. Estaba sostenida por dos águilas de bronce y en ella había una diosa-musa que escribía el texto. El dispositivo era capaz de bajar el bolígrafo hasta el depósito de tinta y pasar páginas por sí solo.
El suizo Pierre-Jacques Droit y su hijo Henri Droit crearon una serie de autómatas humanoides. Los programas cambiaban rápidamente y se ajustaban mediante levas intercambiables en un tambor giratorio. Se accionaba mediante un mecanismo de relojería.
Sin embargo, las definiciones de “robótica” y “robot” se formularon mucho más tarde.
En 1921, Karl Čapek y su hermano Josef utilizaron por primera vez el término “robot” en su obra R.U.R. Así llamaban a los seres biológicos artificiales que hacían todo el trabajo físico extremadamente difícil.
A partir de entonces, comenzó el desarrollo activo de la técnica.
El ingeniero estadounidense Wensley desarrolló la máquina Televox, que no sólo podía realizar movimientos básicos, sino también pronunciar varias frases mediante un equipo de grabación de sonido.
La siguiente y no menos interesante máquina tragaperras es la “Alpha” del inglés Harry May. Podía seguir órdenes que se le daban con la voz, como sentarse, levantarse, mover los brazos y hablar.
En Austria se han puesto en marcha varios mecanismos similares. Fueron construidas por August Huber y bautizadas con el nombre de Catedral. Se podían controlar por radio y podían caminar y realizar manipulaciones sencillas.
Tiempo después, el famoso escritor de ciencia ficción Isaac Asimov formuló tres reglas básicas de la robótica en su relato “Soy un robot”.
Los predecesores modernos de los robots son diversos dispositivos para manipular objetos a distancia, con los que el contacto humano directo es peligroso o imposible. Se trata de manipuladores con control manual y automatizado.
Los científicos pronto se dieron cuenta de que no bastaba con fabricar un cuerpo robótico. En este caso, se convierte en una muñeca cara. Era mucho más importante y desafiante averiguar cómo hacerlo autónomo, es decir, que el robot tuviera que pensar, demostrar libre albedrío, adaptarse a los cambios del entorno y aprender sobre el mundo. Estas ideas fueron cruciales para el desarrollo de la robótica.